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Próbitos y Prebióticos: "comportamiento y beneficios"

Los PROBIÓTICOS son definidos según la OMS como microorganismos vivos que, cuando son suministrados en cantidades adecuadas, promueven beneficios en la salud del organismo humano, principalmente en la flora intestinal o microbiota. Nuestra flora está formada por un montón de bacterias que se encargan de nuestra salud intestinal evitando el desarrollo de enfermedades. Cuando consumimos alimentos con probióticos naturales estamos introduciendo directamente esos microorganismos vivos, que ayudarán a mejorar la digestión, a reforzar el sistema inmunológico y detoxificar órganos y/o tejidos. En definitiva, nos ayudan a mantener nuestro metabolismo equilibrado.

¿Cuáles son algunos de estos alimentos?

Yogurt: es de los alimentos probióticos más consumido. Las bacterias encargadas de fermentar la lactosa de la leche son el streptococcus thermophilus y el lactobacillus bulgaricus, al consumirlo, incorporamos directamente estas bacterias.

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Kefir: es un producto fermentado por una combinación de bacterias y levaduras. El más consumido es el kéfir de leche, que a diferencia del yogurt, aporta una mayor variedad de microorganismos.

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Kombucha: es una bebida probiótica elaborada a base de té fermentado por una colonia de microorganismos llamada scoby.

Tempeh: es procedente de la fermentación de la soja. Puede comerse crudo en ensaladas, salteado u horneado.

Chucrut: otro de los probióticos más conocidos, se elabora fermentando repollo blanco y colorado, entre otros vegetales. Su origen es europeo, y tiene un sabor ácido e intenso. Para aprovechar sus bacterias beneficiosas, es necesario que los vegetales no se cocinen.

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Kimchi: al igual que el chucrut, se elabora a través de la fermentación de vegetales, principalmente la fermentación de col. Tiene origen asiático, sabor picante, debido al ajo y los pimientos que se añaden.

Miso: es una especie de pasta fermentada de soja, sal y koji. Tiene una textura densa y cremosa con un olor similar al café.


Todos estos alimentos probióticos son perfectos para incluir en la dieta. Pero para que realmente sean altamente efectivos es necesarios consumirlos junto con los PREBIÓTICOS.

Los prebióticos son una clase especial de FIBRAS ALIMENTARIAS (hidratos de carbono) que aumentan el número de bacterias beneficiosas en el intestino, actuando sinérgicamente con los microorganismos allí presentes (probióticos).

Cuando ingerimos alimentos, algunas de sus sustancias no pueden ser digeridas por completo en todo el tracto intestinal, es por ello que se alojan en la parte superior del intestino grueso. Allí las bacterias utilizan estas sustancias como sustrato, logran metabolizarlas y como consecuencia mejoran la salud y potencian el funcionamiento del organismo. Estas bacterias son los PROBIÓTICOS y los sustratos son los PREBIÓTICOS. Los beneficios son variados, pero podemos nombrar la formación de vitaminas (K, B12), mejoran la salud intestinal, evitan el cáncer de colon, estreñimiento, exceso de gases. Ayudan a detoxificar órganos y tejidos, y reforzar el sistema inmunológico. A partir de estudios científicos, se han diferenciado tres compuestos prebióticos.

Inulina: un polisacárido naturalmente presente en numerosas hortalizas (ajo, cebolla, raíces, puerro, espárrago).

Fructooligosacáridos: son carbohidratos que se encuentran en ciertos alimentos (achicoria, tomate, ajo, cebolla, alcaucil, espárragos) o incluso se producen industrialmente.

Galactooligosacáridos: son una mezcla de sustancias producidas a partir de la lactosa (azúcar de la leche). Por ello lo encontramos en alimentos lácteos y los niños lactantes lo incorporan con la leche materna.

Ahora con toda esta información, es necesario que seamos conscientes y los tengamos en cuanta para aportar con la dieta.


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